Lo que la nieve susurra al caer by María Martínez

Lo que la nieve susurra al caer by María Martínez

autor:María Martínez [Martínez, María]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-11-22T00:00:00+00:00


17

Hunter

Supe que había sido una mala idea en cuanto aparqué el coche en la calle y eché un vistazo a través de la ventanilla a la casa que indicaba la dirección que ese hombre me había dado.

No era capaz de enfrentarme a esas personas ni a lo que allí pudiera encontrar.

Bajé un poco el cristal y encendí otro cigarrillo. El tercero en los veinte minutos que llevaba allí parado, dando vueltas y más vueltas a la misma idea. Cuando pensaba que me había decidido, el miedo me asaltaba de nuevo y me hacía retroceder.

Apoyé la frente en el volante y cerré los ojos.

Mi actitud era un asco. En lugar de enfrentar las cosas, las rehuía, como si ignorarlas pudiera cambiarlas o hacerlas desaparecer. A esas alturas ya debería saber que esa no era la solución. Evitarlo no disipó el desgaste que me causaron mis padres mientras crecía con ellos, ni la telaraña de inseguridades que mi madre tejió a mi alrededor y en la que aún continuaba atrapado. Silenciar mi instinto cuando me decía que mi relación con Lissie no tenía ningún futuro solo nos hizo daño a ambos. Del mismo modo que fingir que no tenía una madre que me había abandonado me hizo perder la oportunidad de conocerla.

Cerrar los ojos no terminó con los problemas, solo les dio libertad para crecer y extenderse como las malas raíces.

¿Acaso no era ya suficiente para haber aprendido la lección?

¿De qué acabaría arrepintiéndome en el futuro si ahora decidía ignorar a la familia de Erin? No quería averiguarlo.

Con más determinación de la que sentía, salí del coche y crucé la calle mientras me fijaba en la casa. Parecía sacada de una de esas series familiares en las que todo es perfecto. Tenía una valla blanca, un porche con columnas talladas y las contraventanas del mismo color que el tejado, grises. Ventanas con jardineras repletas de camelias y prímulas. Un garaje en el lado derecho y un jardín, en el lado izquierdo, que rodeaba la casa.

A simple vista, no distaba mucho de la casa en la que yo había crecido, pero si te fijabas en los detalles había diferencias que convertían a esta en un hogar. Lo percibí en la piel en cuanto empujé la puerta de la valla y vi las mecedoras con cómodos cojines y mantas. Un cesto con leña seca junto a la puerta. Unas botas olvidadas en uno de los peldaños.

Llamé al timbre y esperé con un nudo en el estómago.

Escuché unos pasos, un pestillo que giraba y la puerta se abrió.

Grant Lambert apareció frente a mí, vestido con un pantalón de pana azul y una camisa de franela a cuadros grises. Me dedicó una sonrisa mucho más relajada que las de la noche anterior y se hizo a un lado.

—Bienvenido, Hunter. Adelante, pasa.

—Gracias —susurré.

Crucé el umbral y di unos cuantos pasos hasta detenerme en medio del vestíbulo, frente a una escalera enmoquetada que conducía a la segunda planta. A un lado del recibidor vi un comedor con una gran mesa de madera y un aparador.



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